Por: Ana Mireya Borboa

En el mes de Abril se celebra el día del niño y también, en ese mes, se conmemora  el día de la paciencia; el primero el día 30 y el segundo el día 20. Dato curioso, ¿verdad? Ya que, para formar niños sanos se requiere de una buena dosis de paciencia.

Ser padres no es una tarea fácil puesto que esta misión te enfrenta a una serie de retos y desafíos donde te das cuenta que no existen los padres perfectos y, que los éxitos y errores son parte de esta tarea, por tanto, la paciencia es una virtud que se tiene que aprender.

¿Qué significa tener paciencia?

Bueno, tener paciencia quiere decir que se tiene la capacidad para ser tolerante y saber esperar, o sea, se refiere al autocontrol saludable de las emociones y así evitar una explosión de los impulsos que pueden dañar, en primer lugar a uno mismo y como consecuencia o, en segundo término, a los que nos rodean.

Muy cierto es que hay experiencias en las que se “pierde la paciencia” y se reacciona bajo el influjo de los impulsos. Ello nos muestra, hasta cierto grado, que somos seres humanos y que no somos perfectos pero, esto no impide que nos ocupemos en buscar el equilibrio en la mayoría, si no es que en todas, la situación que así lo ameriten; es parte de nuestro crecimiento personal y, de esta forma conseguiremos estar bien y tener mayor disfrute al relacionarnos con los demás.

El valor de la paciencia es muy importante a la hora de realizar la tarea de educar a los niños, tanto en casa, por parte de los padres, como en la escuela, por parte de los maestros ya que cultivar el valor de la paciencia y ponerlo en práctica evitará caer en el maltrato tanto físico como emocional.

Ser padres significa que se tiene la responsabilidad de educar a los hijos y cierto es que educarlos no es tarea fácil; hasta ahora no he conocido a un padre o una madre que me diga lo contrario. Criar, educar, requiere de tiempo, dedicación, tolerancia, disciplina, control emocional y sobren todo de mucha paciencia. Quiero decir con esto, que ser padres significa que también nosotros estamos en constante cambio, en un constante aprendizaje porque quieras o no, ser padres es un rol que es para todos los días de nuestra vida, por ello la importancia de interesarnos en desarrollar las habilidades y destrezas necesarias para formar niños y niñas saludables. 

En lo personal pienso que educar de los niños es una conjugación de ciencia y arte, porque no todo es ciencia; es un arte saber esperar sin alterarse y sin generarse ansiedad y, por otra parte, es una facultad que se puede aprender: aprender el autocontrol, a mantener la calma, aprender a respirar en esos momentos en que sientes que ya no puedes más y a poner en práctica el famoso “cuenta hasta diez”. Es un arte que se origina en el momento mismo de saber qué hacer o no hacer cada vez que se presenta una situación, decidir si soy flexible o no, permitir o no permitir, y todo esto sin perder el equilibrio; no dejarme ganar por los nervios ni la desesperación, ante todo: calma.

Vivimos en una sociedad que está sometida a mucho estrés, con rutinas aceleradas; en una sociedad que está inmersa en el hacer, tener, o querer todo de una forma rápida y, si no es así, se sobreviene la frustración; ante este panorama ¿qué podemos hacer para que nuestros hijos no se contagien de este ritmo de vida estresante y frustrante?

Aquí quiero compartir que, el rol de ser padres implica que se es un modelo a seguir, he ahí el compromiso tan grande que se tiene para criar hijos emocionalmente saludables y ser un ejemplo para que los hijos aprendan la paciencia porque no hay que olvidar que en los primeros años de vida, los niños aprenden de lo que ven que hacen los padres, son como esponjitas que absorben todo, por lo tanto, como padres se tiene que tener congruencia entre lo que se piensa, se dice y hace.

Es importante, como padres, darse cuenta que tener paciencia al niño es respetar sus tiempos, nada bueno se gana cuando se les grita, se les presiona, se les apura o se les castiga, lo único que se consigue con esta práctica de pérdida de paciencia es establecer una distancia entre padres e hijos. Cierto es que la disciplina juega un rol muy importante en la formación del niño pero tenemos que aprender a hacerlo de manera correcta, esto es, empezar primero con nosotros mismos.

Para criar niños saludables emocionalmente es necesario respetarlos, no se vale pedir respeto cuando como padres no respetas sus tiempos, necesidades, ni sus prioridades. Cuantas veces el niño/a está jugando y se le interrumpe porque como padre o madre tienes la necesidad de que te haga algún mandado que para ti es muy importante y lo quieres de ya y, según tú, lo que tu niño/a está haciendo no es importante. Si aprendemos a respetarlos, ellos aprenderán a respetarnos.

Tampoco hay que esperar que todo les salga bien a la primera, ni todas las veces, hay que darles tiempo, de esta forma les damos la oportunidad de aprender.

Hay que tener paciencia y enseñarles a los hijos este valor porque si eres de los padres que les das todo al momento, creyendo que construyes un ambiente de felicidad para ellos, lo único que conseguirás son niños tiranos y adultos inmaduros e intolerantes. 

¿Cómo lograr cultivar la paciencia?

Nada es mágico, los niños son inquietos y hay momentos en que exasperan, pero no perder el control es parte que toca a los padres. Así que, mantener el autocontrol te permitirá estar consciente en el momento y tomar decisiones inteligentes.

Cuando sientas que estás perdiendo la paciencia:

  • cuenta hasta diez, respira profundo y exhala despacio de forma consciente. Este tipo de respiración te ayudará a eliminar el estrés y a calmarte.
  • Date un tiempo, salte de la situación y ya que hayas recuperado la calma, la retomas.
  • No pretendas tener todo bajo control, es saludable tener un grado de flexibilidad pues te hace sentir relajado.
  • Sé paciente contigo mismo/a, no quieras ser el padre o madre perfecto, esa es mucha presión que hará que te enfades contigo mismo/a cuando cometas el mínimo error.
  • Hay días muy pesados que ponen tu paciencia a prueba, haz a un lado el problema y concéntrate en las alternativas de solución.
  • Asume tu papel de adulto poniendo en práctica tu razonamiento y autocontrol, si te das cuenta que no puedes, comprométete a aprender a hacerlo.
  • Imagínate situaciones pasadas en las que perdiste la paciencia y piensa cómo podrías haberlo hecho de manera saludable. Practica y practica.

Por último, el valor de la paciencia en conjunto con el amor y la calma son pilares importantes en la formación de niños sano, la paciencia ayuda a desarrollar  habilidades sociales, fomenta la autoestima, la capacidad de pensar y resolver problemas, a ser fuertes emocionalmente y con capacidad de resiliencia.

Demos a nuestros niños el gran regalo de la paciencia.