El 12 de Agosto es el Día internacional de la juventud y no se puede pasar por alto las consecuencias reales que la crisis post pandemia COVID está teniendo sobre los jóvenes. Trataré de hacer un análisis muy general y superficial sobre este fenómeno con el fin de sensibilizar al lector acerca de lo que están padeciendo nuestros jóvenes.
Para empezar, es común escuchar críticas sobre los jóvenes como las siguientes: “son unos flojos”, “no respetan”, “les vale”, “son menos comprometidos”, “lo quieren todo fácil, no quieren batallar”, “son egoístas”, “irresponsables”, “no tienen experiencia”, y un largo etcétera.
Esto no es nuevo, ya Sócrates (470 – 399 A.C.) decía: “Los jóvenes de hoy no tienen el menor respeto por los de mayor edad, son unos tiranos”. Un sacerdote anónimo en el 2000 A.C. decía: “Los hijos ya no escuchan a sus padres. Como se puede observar, hablar mal de los jóvenes es común. El adulto critica a los jóvenes como si él nunca lo hubiera sido, lo critica desde su posición actual, desde su estatus alcanzado en el presente olvidando su proceso pasado.
Al proceso de ser niño y llegar a la adultez se le conoce como “juventud”, y podemos decir que ésta se considera entre los 15 a los 25 años de edad aunque actualmente se puede observar que se ha alargado ya que, en la actualidad se exige a los jóvenes no solo tener estudios de licenciatura, sino que puedan obtener un posgrado y se supone, que el joven preparado puede llegar a independizarse económicamente y seguir su transición hacia la madurez. Pero el impacto de la pandemia en la vida social, económica y laboral a nivel mundial ha provocado que los jóvenes cambien la percepción que tenían sobre su futuro y sus expectativas debido a la disminución de empleos y despidos laborales haciéndoles ver un futuro incierto.
Antes de la pandemia se les decía: “esfuérzate, estudia para que tengas un título y puedas conseguir una vida mejor, un buen trabajo, comprarte una casa, formar una familia, etc.” ¿Y qué ha pasado? Las consecuencias de la pandemia han provocado la caída de las expectativas de los jóvenes, ellos piensan que ya no pueden aspirar a conseguir lo que sus padres lograron a la edad que ellos tienen como es un trabajo, casa, carro, viajes, etc. Como consecuencia, esto ha provocado que los jóvenes se enfrenten a altos niveles de estrés y de frustración llevándolos hasta la aparición de trastornos depresivos y emocionales.
Pero no hay que olvidar que los jóvenes son un elemento fundamental en el logro de los objetivos de desarrollo sostenible.
Ellos son solidarios, creativos, deseosos de crecer como personas, de tener oportunidad de participar en la vida pública. Todos somos necesarios y por ello se les debe garantizar sus derechos y condiciones para que puedan participar y decidir facilitándoles el acceso a la educación, al área laboral, social y promover sus valores.
Reconocer sus capacidades y contribuciones es de vital importancia.