Psico. Ana Mireya Borboa
El problema de la violencia tiene causas diversas y es difícil determinar cuánta importancia tiene cada una de ellas.
Por un lado está la base biológica que parece, por investigaciones realizadas, que no es un factor fundamental que determine la violencia, muy cierto que alguna influencia tiene pero como se dijo anteriormente no es determinante ya que el ser humano por naturaleza es gregario y la cultura, el medio ambiente, la familia y la educación influye en los impulsos y la conducta.
Otro factor que influye en la generación de violencia son los medios de comunicación pero me parece pertinente detenerme en la educación, y aquí juegan un papel muy importante los padres, pues como bien sabemos, los padres son para los hijos un modelo a seguir, por lo tanto deberán renunciar a utilizar la violencia entre ellos y con aquellos que se supone deben educar.
Es importante darse cuenta que tanto la violencia como la paz se aprenden, y éstas se reflejan en el comportamiento y el comportamiento puede ser modificado por el aprendizaje.
La exposición a la violencia que niños y jóvenes tengan favorecerá que construyan una identidad violenta; de tal forma que cuando experimenten un nivel de tensión o de dificultad que supera su capacidad para afrontarlo van a responder con violencia; por ello es importante enseñarles a desarrollar habilidades para expresar la tensión de forma constructiva y que aprendan a reducir los altos niveles de tensión.
La violencia también surge de la idea, aprendida, de que no hay otra opción para conseguir los objetivos y por tal motivo tienden a justificar. Hay que enseñar a los niños y jóvenes a condenar la violencia, hacerles ver que jamás será justificado el uso de la misma, y es mejor enseñarles alternativas y a desarrollar habilidades para el manejo y solución de conflictos para no tener que recurrir a la violencia.
Es importante enseñar a los niños y jóvenes a conocerse a sí mismos y aprender sobre el control de las emociones. Enseñarles que a través de la comunicación, la negociación, la mediación, la comprensión hacia el prójimo y la tolerancia pueden encontrar soluciones que los lleven a la fórmula “ganar – ganar” y así evitar la violencia.
Es responsabilidad de los padres educar en la capacidad de adaptación, en la flexibilidad cognitiva, en el autocontrol emocional y evitar la sobreprotección.
Hay que enseñarles, hay que practicar con ellos, y desde corta edad.