“No existe el orden en el

mundo que nos rodea,

debemos adaptarnos al caos.”

Kurt Vonnegut Jr.

 

Siempre he dicho que el caos es bueno porque a partir de él nos damos cuenta de lo que hace falta por cambiar para mejorar y así trabajar en ello. El problema es siempre vivir en el caos social y dejar que éste haga de las suyas mientras nosotros nos tenemos que adaptar a él, porque las instancias respectivas no hacen lo que deben de hacer. Me permito dar detalles y explicar.

Hace unos días tuve que salir a la ciudad de México muy temprano. Mi hija descansó un poco más y comenzó su día. Tomó un autobús hacia el centro de la ciudad. Eran como las 6:00 am. Hacía un frío intenso y, bueno, había que presentarse a trabajar a las 7:00 am. Abordó el autobús que iba como muchos autobuses van: a gran velocidad y sin importarle autos ni personas. Esto es algo que siempre pasa, y los usuarios ya estamos “acostumbrados” a padecer esta irresponsabilidad que causa accidentes, frenazos que, al darse, hacen que los pasajeros se golpeen de manera terrible. Siempre caos, siempre desorden, pero nadie hace nada. Las autoridades, menos.

Además, el autobús llevaba las puertas abiertas haciendo que la corriente de aire se hiciera más intensa y terrible dentro del autobús. Mi hija le pidió al chofer que por favor las cerrara porque el frío estaba inclemente. La contestación fue clara y directa: “lo siento. Las puertas están descompuestas, no puedo hacer nada”. Así siguió el viaje hasta que llegaron al centro de la ciudad. A partir de allí, mi hija comenzó a sentir muy mal: dolor de cabeza, dolor en las articulaciones, escalofríos y fiebre. Pregúntense ustedes cuántas personas que venían en ese autobús se sintieron igual o peor. Al llegar a casa se puso en contacto vía online con un servicio médico en el que, afortunadamente le prescribieron sus medicamentos.

Yo llegué a casa esa noche, muy tarde, en la madrugada. Mi hija seguía muy mal. Tomó sus medicamentos y, afortunadamente al otro día ya se sentía un poco mejor. Al contrario de ella, yo comencé a sentirme muy mal, de tal suerte que, debido a la infección, casi no podía hablar. Hice una cita con un gran médico y amigo, nos revisó y sospechó que teníamos síntomas de covid. Nos hicimos el examen y sí. Salimos positivos. Como siempre, quise hacer el chiste para aligerar la desgracia. Le dije a mi hija que esa mañana había leído los horóscopos y que el mío decía que a finales de este mes algo positivo, por fin, me llegaría… y llegó.

Si se observa con detenimiento lo hasta ahora escrito, la verdad es que no es posible que estemos cada día de nuestra vida enfrascados viviendo en el caos. Es verdad aquella frase de Chuck Palahniuk “Sin acceso al caos verdadero, nunca lograremos la paz verdadera.”

El caos, el desorden, es necesario porque nos hace darnos cuenta de lo que está mal y, por ende, trataremos de corregirlo. Y ya de entrada, el caos es parte de la naturaleza y de la nuestra también. Sin embargo, hay comunidades y países que se han atrevido a enfrentarse al caos. Derrotarlo y mejorar su forma de vida.

El problema con algunos países es que se sigue viviendo en el caos y para el caos. Y es, por esa razón que no avanzamos. Por eso queremos ser influyentes, porque así es más fácil que las cosas se arreglen. Por eso queremos tener privilegios, porque eso nos ayuda a llegar hasta donde queramos sin importar si pisamos o perjudicamos a los que están debajo de nosotros.

Confucio decía lo siguiente: “Cuando en un país reina el orden, es una vergüenza ser hombre pobre y común. Cuando en un país reina el caos, es una vergüenza ser rico y funcionario.”

Es una frase cierta, aunque también algo extremista. Lo sé porque hay muchas personas que sí luchan por tener justicia social y un orden adecuado de las cosas. Y a pesar del caos, buscamos con la palabra y con la acción, hacer que todos los engranajes de esta vida en sociedad funcionen con orden y precisión.

Pero la primera frase es la que más me llama la atención: “Cuando en un país reina el orden, es una vergüenza ser hombre pobre y común”, y me hace cuestionarme. Ojalá lleguemos un día a tener un orden adecuado de las cosas para vivir en paz, concordia, justicia social y armonía.

Te invito a que trabajemos juntos para acabar con el caos. Busquemos nuevas formas ordenadas y pacíficas para vivir mejor. ¿Te parece bien? ¡Yo me apunto!

M. En D. Primo Blass