Por: Ana Mireya Borboa

La mujer de hoy, en pleno siglo XXI, aún sigue luchando por su reivindicación y por empoderarse. Muy cierto es que hoy podemos elegir qué estudiar, si nos casamos o no, si tenemos hijos, si preferimos vivir solas o en unión libre, entre otras decisiones.

Y aun así la igualdad de género no se ha conseguido y eso, puede palparse en el área productiva de la mujer, por mencionar tan solo un aspecto. Pienso que esto se debe, en gran parte, a la cultura, a esa forma de percibir al mundo y a las funciones socialmente predeterminadas por género que lo único que provocan es profundizar las diferencias entre hombre y mujer.

Ser mujer en la vida actual no es fácil, aunque históricamente se ha avanzado en relación a su independencia económica, a su autonomía, a que se le tenga respeto en lo profesional, aun así sigue condicionada por los estereotipos que le dificultan poder combinar lo anterior con su mundo afectivo y familiar que la llevan a tener que responder a una serie de exigencias que lo único que provocan es insatisfacción y depresión.

La mujer de hoy quiere hacerlo todo bien y al mismo tiempo: desarrollarse en su proyecto profesional y  responder de forma eficiente en su rol afectivo y familiar porque, aún se espera que cumpla con su rol de mujer en el ámbito familiar, en el hogar, con los hijos.

El precio a pagar es muy alto ya que esto les genera estrés, sentimientos de culpabilidad por no lograr muchas veces ese equilibrio que la sociedad les exige.

Considero que es importante darnos un espacio para pensar y trabajar en nuevas formas de relación donde medie el respeto y la aceptación de las diferencias de género.