Los adultos guardamos en nuestro interior a ese niño/a que en su momento lo fuimos, y que siempre nos está acompañado, aunque no nos demos cuenta. Pero desde la psicología: ¿A qué nos referimos cuando hablamos del “niño/a interior”?

El niño interior se construye a partir de las experiencias, tanto positivas como negativas, que se tuvieron en los primeros años de vida y aparece en la vida adulta en forma de pensamientos, emociones y sentimientos ante situaciones que dan paso a su activación.

Si las experiencias negativas que se tuvieron en la infancia no se trabajaron adecuadamente, éstas dejaron heridas emocionales y por lo tanto nuestro niño/a quedó dañado.

Algunas de éstas experiencias que el niño tuvo lo hicieron sentirse juzgado, incomprendido, asustado, rechazado, avergonzado, humillado, triste o en soledad y lo llevaron a esconderse en lo más profundo de tu ser. Éstas experiencias pudieron ser: la pérdida de un ser querido, abuso físico, abuso emocional, separación de los padres, violencia doméstica, Bullying severo, etc.

El no superar el impacto emocional que causaron estas experiencias, probablemente dio pie a que se generaran sentimientos de tristeza, frustración, impotencia, ira afectando al niño/a interior, y estos sentimientos son los encargados de determinar el cómo reaccionamos ante la realidad.

Las situaciones que provocan que el niño salga de su escondite son; por ejemplo, cuando tienes una meta y la saboteas, no eres capaz de terminar o concluir lo que te has propuesto, cuando experimentas un miedo ante cierta situación, que como adulto, no deberías atemorizarte, cuando sientes rencor o respondes de manera exagerada ante ciertas demandas.

Para “conectarte” con tu niño interior puedes hacer lo siguiente: escribirle una carta, recordar lo que te gustaba hacer de niño, vuelve a jugar, cumple aquello que siempre quisiste hacer o tener y no lo lograste, habla con tu niño y dile cómo lo percibes (frágil, temeroso, indeciso, tímido, violento, etc.), pídele perdón por no haberlo atendido en la vida adulta, comprométete a cuidarlo de aquí en adelante.

Para “sanar” a tu niño/a interior es necesario tomar el camino del autodescubrimiento y, la sugerencia es hacerlo con el apoyo de un psicólogo que te guíe en el proceso, ya que, el autodescubrimiento implica ir a tu pasado para descubrir las heridas que no sanaron del todo y esto puede ser doloroso.

Sanar y cuidar a nuestro niño interior nos permite amarnos a nosotros mismos y luego a los demás, fortaleciendo de esta forma nuestra autoestima.

Por: Ana Mireya Borboa

Citas al 686 395 46 42
Instagram: psicólogaanamireya
Facebook: Borboa Ana Mireya