Por Ana Mireya Borboa

El comportamiento violento es algo que preocupa a los padres y a la sociedad en general. A veces se tiende a minimizar esta conducta violenta, sobre todo, si se presenta en la niñez, lo que los padres piensan o creen es que son cosas de la edad ¿Y que se le va a pasar cuando el niño crezca? No hay que pasar por alto la conducta violenta en nuestros hijos, no importa la edad del niño o adolescente en la que se presente, el comportamiento violento se debe de tomar muy en serio.

La conducta violenta se puede presentar de muchas formas, desde un berrinche, arrebatos de ira; agresión física, como pegar, golpear, pellizcar, etcétera. Agresión verbal como la amenaza, el descalificar, humillar, entre otras; hasta comportamientos de crueldad hacia los animales, el uso de armas, destrucción intencional de la propiedad de otros y el vandalismo. El abanico de los comportamientos violentos es muy amplio, por ello, los padres de familia tenemos que estar muy atentos en detectar estos comportamientos y hacer lo necesario para orientar a nuestros hijos y, si sentimos que se nos escapa de las manos el poder ayudar a nuestros hijos, es importante buscar el apoyo de un profesional.

Algunas de las causas del comportamiento violento son la exposición que los niños y jóvenes tienen a la violencia, sobre todo, en el hogar, cuando han sido abusados de forma física o sexual, el abuso de drogas y del alcohol, la ausencia de normas y límites en su proceso de educación, el desamparo, el estrés generado por la carencia económica y también, la exposición a la violencia en los medios de difusión como la televisión, la radio, el internet. Y no se puede dejar de lado la presencia de daño cerebral y la existencia de algún trastorno psiquiátrico.

Estas causas mencionadas y otras permiten que los niños y adolescentes no aprendan a gestionar de forma saludable sus emociones ante una situación traumática. En vez de expresarla con tristeza lo van a hacer con enfado y violencia; no desarrollarán habilidades sociales adecuadas, por lo tanto, la tendencia va a ser que expresen sus sentimientos por medio de conductas violentas o agresivas. Cuando hay ausencia de límites y normas, los niños se vuelven tiranos y exigentes llegando a ser agresivos.

De tal manera, es importante que la educación que se les da en el hogar, los niños aprendan que existen normas y límites muy claros y que hay que respetarlos. Esto permite evitar las conductas violentas, la buena comunicación con los hijos, tenerles paciencia, y ser ejemplo para ellos nos ayudan en formar jóvenes seguros de sí mismos; escucharlos y darles el espacio para que expresen sus sentimientos sin enjuiciarlos o ignorarlos. Esto permitirá que ellos aprendan a gestionar de forma saludable sus emociones, a sentir que no están solos. Si las conductas violentas y/o agresivas son aprendidas es importante la reeducación. De esta forma, tendremos la oportunidad de fomentar en nuestros hijos la autoestima, las habilidades sociales, las habilidades para el manejo de conflictos, que reconozca los valores y limitaciones, que aprenda a respetar y considerar a los demás.

Como podemos observar las causas de la conducta violenta y/o agresiva son diversas, pero no olvidemos que puede analizarse y comprenderse, buscar el apoyo de un profesional te ayudará a identificar los motivos que llevan a tu hijo a actuar de manera violenta o agresiva y esto te ayudará a entenderlo y brindarle el apoyo que necesita.