Por José Ponce
Actualmente se vive la fiebre del fútbol que, como cada cuatro años, se lleva a cabo uno de los eventos deportivos más importantes, el mundial de fútbol. En esta ocasión se celebra en un país no futbolero y con ciertas características en sus normas y costumbres, qué ante la visión del resto del planeta, atentan contra los derechos elementales.
Qatar es un país con una cultura controversial, regida por la religión del islam, un país árabe en el golfo pérsico establecida por la monarquía; una dictadura que se contrapone en particular con los Derechos fundamentales del ser humano.
Por ello, en la edición de esta revista es importante traer a colación este hecho, debido a que precisamente el 10 de diciembre se celebra el Día de los Derechos Humanos, coincidiendo con el evento futbolístico y con el aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que se aprobó en 1948 y que dos años más tarde sería proclamada por la Asamblea General.
Los derechos humanos, son derechos inalienables y que pertenecen a todos los seres humanos, sin importar su raza, sexo, nacionalidad, lengua, religión, origen étnico o cualquier otra condición. Actualmente existe una lista de derechos humanos creada por la Organización de las Naciones Unidas, donde se defiende el derecho a la vida, la libertad, a la educación, al trabajo y muchos otros más, que deben ser respetados sin que exista discriminación alguna.
En este caso, el país que alberga el evento futbolístico más importante del mundo ha sido cuestionado desde su designación como anfitriona en 2010. Primero, por la nula infraestructura para recibir un evento de tal magnitud, es decir, sin suficiente hotelería para recibir a los turistas y sin estadios para la práctica del deporte; y segundo, por las leyes de las cuales se rige ya que de acuerdo a varios organismos internacionales consideran que el país qatarí viola los derechos humanos de los migrantes, mujeres y miembros del colectivo LGTBQ.
La organización no gubernamental Human Rights Watch (HRW) dedicada a la investigación, defensa y promoción de los derechos humanos saca a relucir todas estás preocupaciones que giran en torno al mundial de Qatar 2022. La polémica lleva 12 años siendo exactos, por las acusaciones hechas hacia la nación arábiga por los preparativos y organización para la Copa del Mundo.
Se denuncia prácticas abusivas en la población migrante trabajadora, según el documento de la Amnistía Internacional (AI) encontraban dificultades para poder cambiar de empleo ya que se requería un permiso expreso del empleador, sino se efectuaba tal acción el trámite no podría seguir. La ONG mencionada (AI) argumentó que el gobierno qatarí no aplicó ni hizo cumplir las reformas de su nación.
Con el paso del tiempo siguieron las denuncias; por ejemplo, la explotación laboral, empleados que trabajaban con horarios extensos y en temperaturas extremas para cumplir con las fechas establecidas y entregar terminadas los inmuebles donde se llevan hoy en día los partidos del mundial de fútbol. Una investigación del diario británico The Guardian reveló en su momento que 6.500 migrantes de India, Pakistán, Nepal, Bangladesh, y Sri Lanka, murieron en Qatar desde que empezaron las obras para la justa mundialista. Las referencias sobre estos hechos se anexarán al final del artículo por si desea consultar periódicos en línea de otros países del mundo.
Otra de las principales vulneraciones que se acentúa en el país musulmán son los Derechos Humanos de las mujeres ante la discriminación que sufren en varios aspectos tanto en ley como en la práctica. Así lo corrobora la cadena CNN en español en el que toca un tema controversial como la tutela masculina.
En este sistema las mujeres deben pedir permiso a sus guardianes (padre, esposo, hermano, etc.) para realizar cualquier acción, por ejemplo, casarse, viajar o trabajar en un empleo público, según Amnistía Internacional. Incluso, esta tutela choca con la constitución de la nación del Golfo Pérsico, el cual señala Human Rights Watch y que a su vez, lamenta que FIFA no impusiera condiciones estrictas para albergar un campeonato mundial.
Otra restricción más que se vive en el país musulmán es la libertad de expresión. Un informe elaborado por la AI días antes del arranque del mundial también puso de manifiesto la aplicación de una legislación abusiva para silenciar voces críticas del país.
Referente a medios de comunicación o críticos del mundo de alguna forma están preparados para poder cubrir la gesta deportiva. Un ejemplo muy particular lo menciona el periodista mexicano José Ramón Fernández con una trayectoria de muchos años en el periodismo deportivo.
El pasado mes de noviembre fue entrevistado por la revista Proceso en el que comenta que todos los periodistas, analistas y comentaristas de Espn recibieron un curso por parte de Disney, dueña de esta cadena; para hacerles saber cómo deben expresarse verbal y físicamente si acuden al país de Qatar, es decir, respetando la cultura y costumbres de ésta. Quizás para organismos en defensa de los Derechos Humanos lo vean como una forma de condicionar a los medios para formar parte de la cobertura.
Desde la designación de la nación arábiga como anfitriona la polémica se desató y los malos manejos en el organismo mundial de fútbol se destaparon cuando en el 2015 el Comité de Ética de la FIFA suspendiera a Joseph Blatter Presidente de FIFA en ese momento y al que presidió en aquel entonces la UEFA, Michel Platini por temas de corrupción. Pero a mediados de este 2022 fueron absueltos por el Tribunal Penal Federal en Suiza por un proceso de corrupción por un pago de 2 millones de francos suizos y una indemnización de 20,000 francos por daños morales.
Para la salida de está edición, el campeonato del deporte más popular del mundo se estará llevando a cabo a pesar de todas las acusaciones y argumentos de grupos defensores del derecho humano. ¿Habrá nuevos señalados, otros culpables al término de la competición? No lo podemos asegurar, pero queda un precedente que los derechos elementales de un ser humano puede quedar de lado cuando los intereses económicos son demasiados.