Por Ana Mireya Borboa

Hoy en día se puede decir que ya se ha dejado atrás a la pandemia, que por algún tiempo obligó al confinamiento a la mayoría de las personas en el mundo. Claro, no se puede decir que se ha dejado totalmente atrás a esta infección, pues ha quedado como una más con sus características o síntomas y consecuencias propias de la enfermedad.

Desde el punto de vista psicológico se puede observar que, el haber usado por dos años, en promedio, el cubrebocas, que en su momento fue de uso obligatorio por salud, ha traído consecuencias en la autoestima y en el sentimiento de seguridad de las personas.

Cierto es que el cubrebocas era una alternativa para evitar enfermarse o contagiarse, esto como apoyo o refuerzo a las vacunas. Con su uso las personas se sentían más seguras y evitan la propagación de los contagios.

Pero ¿qué pasa ahora que ha llegado el momento de ya no usar el cubrebocas?

Se ha observado que un gran número de personas están generando ansiedad e inseguridad por el solo hecho de no usar el cubrebocas. Y a esto se le llama el “síndrome de la cara vacía”, que viene siendo ese miedo o inseguridad que experimentan las personas al dejar de usarlo.

¿Miedo e inseguridad a qué?

Aparte del miedo a contagiarse está la inseguridad que se genera al mostrar el rostro completo ya que revelaría la verdadera apariencia.

Y ¿qué hay detrás de esto?

Pues en dos años de andar cubiertos de media cara se operaron cambios en el rostro, al menos así lo piensan algunas personas adultas ya que no podemos dejar de lado que en los adolescentes o los que se encontraban en esa etapa, sí tuvieron sus cambios físicos pero que los demás no vieron, entonces, al quitarse el cubrebocas se estarán revelando esos cambios, causando miedo, vergüenza, angustia o ansiedad de dar una impresión negativa en los demás, impactando esto en la autoestima y en el sentimiento de seguridad.

Este miedo y ansiedad a quitarse el cubrebocas impacta tanto a nivel fisiológico como cognitivo y conductual. A nivel fisiológico están el nerviosismo, la tensión muscular, la angustia; a nivel cognitivo están los pensamientos de inseguridad y de incertidumbre; y a nivel conductual se puede observar que la persona se aísla, evita lugares que considera de riesgo. 

Pero no solo lo anterior está detrás del miedo a dejar de usar el cubrebocas, me atrevo a decir que también la dependencia a su uso está relacionada con la estética y hasta con la comunicación no verbal, pero esto sería otro tema para desarrollar.

Lo más importante aquí es destacar que el síndrome de la cara vacía se relaciona con el miedo a contagiar a los demás o a ser contagiado, a sentirse inseguro por no llevar puesto el cubrebocas y experimentar incomodidad cuando la otra persona no lo está usando.

Cabe aclarar que hasta ahora el síndrome de la cara vacía no es considerado como una enfermedad o trastorno, pero sí llama la atención que se estén presentando este tipo de síntomas.

Algunas estrategias que se sugieren para hacer frente al miedo y a la ansiedad que se generan por llevar el rostro descubierto son: desprenderse del cubrebocas cuando se encuentre en lugares abiertos en los que no hay mucha gente; cuando se encuentre en un grupo de amigos de mucha confianza; pensar que es cuestión de adaptación o de aprendizaje como al principio, las personas se adaptaron al cubrebocas ahora toca adaptarse a no traerlo; echar mano de la capacidad de resiliencia, de las habilidades sociales y de todos aquellos recursos internos con los que cuenta la persona y que le ayudarán de una forma gradual a adaptarse.

Para finalizar, recuerda que tú tienes el control de la situación y si el caso es grave se sugiere buscar la ayuda psicológica de un profesional.

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