- La alimentación.
Sin duda, el mejor alimento que se puede ofrecer a un recién nacido es la leche materna. Se ha comprobado ampliamente los múltiples beneficios que otorga tanto al bebé como a la madre lactante. Algunas familias, por diversas situaciones, optan por alimentar al bebé con lactancia mixta, combinando el seno materno con fórmulas infantiles, dependiendo del caso.
Es importante recordar que si se utiliza exclusivamente fórmula infantil, el bebé solo requiere estos alimentos; por lo tanto, no se debe ofrecer agua, té u otro tipo de infusiones. Esto es así durante los primeros 6 meses de vida del recién nacido, tras los cuales el pediatra indicará el inicio de la alimentación complementaria, el agua u otros alimentos.
Recuerda que los bebés deben comer a demanda, es decir, cuando ellos lo necesiten o muestren señales de hambre. Esto se aplica tanto para la leche materna como para la fórmula infantil. Durante la primera semana de vida, es normal que los recién nacidos pierdan algo de peso, por lo que es indispensable despertar al bebé durante la noche para alimentarlo si han pasado más de 3 o 4 horas desde la última toma. El pediatra determinará, en función del peso ganado por el bebé en los días siguientes, si es necesario seguir despertándolo durante la noche.
Se aconseja iniciar el baño del bebé después de la caída del cordón umbilical para favorecer un ambiente seco y evitar el riesgo de infecciones. La temperatura del agua debe estar entre 35 y 37 grados para prevenir enfriamientos o quemaduras.
Es importante que los baños sean cortos en duración y pueden realizarse diariamente o cada tres días, dependiendo de las necesidades individuales de cada bebé y familia. Después del baño, se recomienda hidratar la piel del bebé con una crema corporal de PH neutro.
- La hora del sueño.
Los recién nacidos deben dormir en la misma habitación que sus padres. La Academia de Pediatría a nivel mundial recomienda que la mejor posición para dormir a un bebé es boca arriba, ya que esto reduce el riesgo de muerte súbita del lactante o síndrome de muerte súbita del lactante.
Para evitar este riesgo, es esencial que el bebé duerma en un colchón firme, sin almohadas ni mantas, ni peluches u otros objetos que puedan obstruir las vías respiratorias. También se aconseja no poner gorros en la cabeza del recién nacido al dormir. Además, se debe evitar la exposición del bebé al humo de cigarrillo.
Si alguno de los padres fuma, es importante abstenerse de hacerlo cerca del bebé o, en su defecto, no fumar en la misma habitación y, al tener contacto con el bebé, lavar las manos, la boca y preferiblemente cambiar de ropa.