Por Ana Mireya Borboa

Tal vez algunas personas se pregunten qué es la procrastinación, palabra que parece ser se ha puesto “como de moda” para referirnos al hábito de posponer o dejar para después ciertas actividades o situaciones que de hecho son importantes o que deben ser atendidas, pero, por ciertas razones, las personas prefieren no realizarlas.

En relación con la adolescencia, sabemos que es una etapa por la que atraviesa el ser humano en la cual experimenta muchos cambios físicos, mentales, emocionales y sociales.

¿Si procrastinar significa posponer o postergar, quiere decir que todas las personas son procrastinadoras? No, el hecho de que a veces las personas procrastinen no quiere decir que sean procrastinadores. Estos últimos son los que de manera constante, frecuente o recurrente dejan para después lo que pueden hacer hoy y, la característica principal es que las cosas que dejan para después son importantes o relevantes y las sustituyen por cosas de menor importancia o que les son más placenteras en el momento.

En la adolescencia la procrastinación tiene que ver más con factores emocionales que de algún otro tipo y, en la actualidad, se ha convertido en uno de los problemas más serios en la educación.

Los adolescentes tienden a controlar menos sus emociones en comparación con los adultos, ya que su cerebro está aún desarrollándose y por consecuencia se les dificulta controlar la angustia, la ansiedad que se provocan ante las tareas y se les hace más fácil posponerlas, aunado a esto se encuentran la baja confianza en sí mismos, la desmotivación ante tareas que no son de su agrado y a pensamientos negativos como: “esto no es divertido”, “no la voy a hacer”, “esto no es para mí”, “es muy aburrido”, “al rato lo hago”, etc.

Si bien es cierto que posponer las tareas genera un confort, este es siempre pasajero, y como consecuencia se genera estrés, arrepentimiento, sentimientos de culpa, baja autoestima, autocrítica, problemas de sueño y bajo rendimiento en sus actividades.

Lo recomendable para superar la procrastinación:

Supera la “no soportitis”, a veces se ve la tarea como algo “insoportable”, pero si lo piensas bien, no te matará, mejor piensa que si no la haces solo te generan más estrés.

Evita tener pensamientos catastróficos, esto es, no hacer las cosas más grandes, mantenlas en perspectiva y piensa: “esta tarea no me agrada, pero puedo realizarla”.

Concéntrate en la razón de ser de tu tarea, en vez de evitar la angustia que te provoca o el estrés de no hacerla, mejor piensa en los beneficios que te traerá hacerla y en lo bien que te sentirás cuando la concluyas.

Deja de lado la mentalidad de “todo o nada”, a veces se procrastina por ser personas perfeccionistas y las personas perfeccionistas tienden a pensar que si “no es perfecto” entonces es un fracaso, este pensamiento te lleva a no terminar o, ni siquiera, a empezar las cosas. Mejor concéntrate en hacer “lo mejor que puedas” tu trabajo o tarea, que en ser perfecto.

En la adolescencia la procrastinación genera más estrés, es de mucha ayuda poner en práctica las recomendaciones arriba descritas.

Si continúas teniendo problemas con la procrastinación te recomiendo ponerte en contacto con un psicólogo/a especialista en adolescentes.