Por: Mtro. Víctor Hugo Pacheco G.
Quien iba a pensar que un puñado de casos reportados en Wuhan se convertiría en una pandemia de tal magnitud, lo que vivimos desde hace meses es terrible, un enemigo poco menos que ínfimo nos está haciendo temblar, nos enferma y nos está matando; dicha oleada es mucho más que una sacudida atroz con una enorme incertidumbre, después de tantos trastornos, sufrimientos y óbitos; aun con toda la consecución aún falta una cantidad de acciones de responsabilidad, solidaridad, respeto y mucho comportamiento, todavía no vemos la luz al final del túnel y diría que nos falta mucha gobernanza.
Estamos viviendo en este momento la gran interrupción del mundo, una gran amenaza quizás como antes de 1945, nada había afectado tanto al mundo y los flujos cotidianos del mundo como esta infección.
Esta crisis nos ha afectado y sigue afectándonos a todas y a todos, unos más que a otros; esta morbimortalidad ha magnificado todas las desigualdades de nuestra sociedad, como el racismo sistémico, la desigualdad de género y la pobreza, toda desigualdad ha quedado expuesta y amplificada durante esta pandemia y lo ha hecho a una velocidad frenética, fulminante…vaya grosera, tomo prestada la frase del escritor británico Damian Barr: “Puede que estemos en la misma tormenta, pero en barcos diferentes”.
Recordemos sin equidad, no podremos acabar con el COVID-19, y ninguna otra pandemia, el miedo ha ganado mucho terreno vinculándose a un estado de vulnerabilidad extrema, este virus ha hecho que el mundo se haya detenido, ha recorrido el planeta sin ser invitado, ha cerrado fronteras presentándonos a la parca viajera omnipresente.
La ciencia ha progresado durante la pandemia, a pesar de esta increíble hazaña, el mayor desafío aún queda por delante; producir suficientes dosis para vacunar a la población mundial y distribuirlas, de forma justa y equitativa. La vacuna por sí sola no nos sacará de esta crisis, necesitamos seriedad, sensibilización, comportamiento, ética, prevención, solidaridad, entre otros valores, ojala que el próximo año traiga el fin de esta pandemia, para empezar a construir una sociedad más justa, más inclusiva, más sana y más sostenible.
Hay que repensar muchas cosas, esto no es una llamada de atención pero hay que saber y aceptar que los milagros no nos devolverán un mundo que ya no existe, hay que reconstruir uno sobre valores de cuidado y prevención hacia nuestra salud, de lo contrario nos espera un mundo que será más aislacionista y aun así seguimos jugando a la ‘ruleta rusa’ con nuestra salud.
El mundo necesita un respiro, la ciencia es nuestra estrategia de salida, se necesita algo más que simplemente mantener el virus bajo control, se precisa actuar con prudencia y seguir las pautas de higiene y distancia que son cosas sencillas, pero mayúsculas para el bien de todos. Recomiendo mantener un ambiente saludable en lo posible y no dejarnos llevar por psicosis, nervios o la desesperación, no podemos saltar de un barco que se hunde a una balsa salvavidas sin seguridad, quizás el COVID-19 llegó para quedarse, la enfermedad está infectando y matando, sin embargo nuestra humanidad es mucho más robusta y ya sea más temprano que tarde venceremos unidos al coronavirus.
Intentemos sacar nuestra mejor versión, la resiliencia no es recuperarse de algo, es reconstruirse, juntos concurrimos la añoranza de volver a tener vida, la oscuridad pasara y se convertirá en una luz maravillosa de colores y bendiciones, se nombran héroes específicos, pero; creo que todos somos paladines de esta tragedia en común, ángeles terrestres haciendo lo correcto, comenzar a aceptar esta sombra libera peso y retomamos el vuelo, se ha apagado un precio muy caro con dicha crisis, sigamos adelante por la existencia.
Irrupción de una Pandemia